La SIDE busca reforzar su influencia en la inteligencia criminal y militar con una reforma polémica
Publicado: 14 / 12 /2025La reconfiguración del sistema de inteligencia por Javier Milei está causando impacto. Con Cristian Auguadra al mando de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), se planea un fuerte rediseño: absorber las direcciones nacionales de Inteligencia Criminal y Militar para centralizar el control operativo e información sensible. Esta decisión promete desatar un conflicto interno de gran magnitud.
El desmantelamiento de la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal (DNIC) y de la Dirección Nacional de Inteligencia Militar (DNIM) surge como un eje sensible. Bajo la gestión de Auguadra, se pretende poner orden al caos dejado por Sergio Neiffert, reactivando discusiones pendientes desde el inicio del gobierno de La Libertad Avanza.
En marzo de 2024, Silvestre Sívori intentó unificar físicamente áreas en la histórica sede de la SIDE. La mudanza fue presentada como un intento de mejorar la coordinación contra el terrorismo y el narcotráfico. Sin embargo, abrió un debate político que terminó quedando en el limbo.
Ahora, el objetivo es conseguir una verticalización del sistema de inteligencia bajo una única conducción. En Balcarce 50, el consenso es que la fragmentación provocó superposiciones y la pérdida de control. “Cada estructura empezó a jugar su propio partido”, dice una fuente veterana de la SIDE.
El Decreto 864/2025 estableció la Política de Inteligencia Nacional, estableciendo un marco doctrinario sin precedentes. El documento destaca el deterioro institucional y la vulnerabilidad ante amenazas. Este texto es el pilar de una ofensiva en curso.
Las estructuras paralelas de la DNIC y DNIM están en el punto de mira. El modelo a seguir es el estadounidense, con un control centralizado. En el Ministerio de Seguridad, la inteligencia criminal ha sido clave, y se espera que Alejandra Monteoliva facilite el rediseño con una mayor predisposición que su antecesora, Patricia Bullrich.
La Inteligencia Militar en Defensa es especialmente sensible. Avanzar aquí implica redefinir la relación entre inteligencia civil y militar, una frontera siempre delicada en Argentina. Aún se desconoce quién liderará el área tras la jura de Carlos Presti.
El futuro de los CICRE
La reorganización también afecta a los Centros de Inteligencia Criminal Regionales (CICRE), que han sufrido una recentralización geográfica, debilitando el esquema federal. Traslados de personal con conocimiento local han provocado pérdidas de anclaje y conocimiento territorial.
La reestructuración coincidió con el regreso de Ramiro Anzit Guerrero a la Inteligencia Criminal, aunque su gestión anterior dejó un sumario administrativo. Algunos funcionarios implicados en ese expediente han sido desplazados, generando suspicacias internas.
Desde el Ministerio de Seguridad niegan una desarticulación; aseguran que es un redespliegue hacia zonas críticas. Sin embargo, se percibe como un paso hacia el debilitamiento de la DNIC y un aumento del control por parte de la SIDE.
La Política de Inteligencia Nacional se presenta como un respaldo doctrinario, buscando concentrar el sistema bajo un control unificado. La coexistencia de direcciones nacionales bajo distintos ministerios está siendo reevaluada.
A diferencia del intento de 2024, el actual movimiento sí abrirá un conflicto político. La decisión oficial implica redefinir quién controla la inteligencia del Estado, y quién queda subordinado. El verdadero juego está en manos de la inteligencia como herramienta política en el corazón del gobierno.
PL/MG
